Leomar Mosquera encontró el “Sí” que necesitaba en San Felipe
La posición de Yaracuyanos en la tabla acumulada es complicada, con solo 12 unidades de 36 posibles. A siete de la salvación que la traza Zamora con 19 puntos. Su mercado de fichajes fue austero, no agitó el árbol, sino que redobló la apuesta a su talento joven. Entre sus pocas incorporaciones destaca Leomar Mosquera, un futbolista de buen pie que había caído en el dique seco. Si bien los resultados reflejan una realidad, el juego de los “Colosos de Sorte” es atrevido. Los de San Felipe no pierden los partidos, sino que los dejan de ganar. Más allá de la diferencia semántica, te habla de una identidad con balón, donde la creatividad del zuliano ha encajado a la perfección. Ambos se han potenciado y sueñan con algo más que mantener la categoría.
La pasada fecha cortaron la mala racha y consiguieron su primer triunfo del Clausura ante Rayo Zuliano. “Venimos trabajando muchísimo todos los días para conseguir esta victoria que tanto esperábamos. La anhelábamos, porque siempre se nos escapa en los últimos minutos, ya fuese la victoria o el empate. Corregimos muchos errores, tratamos de equivocarnos lo menos posible, en el encuentro se dieron las cosas y conseguimos esos tres puntos, que lo necesitábamos muchísimo”, comentó Mosquera.
A pesar de los marcadores adversos, Yaracuyanos fue fiel a sus formas de un juego más propositivo, más que especulativo. “Tenemos muchas conversaciones entre jugadores. No pensamos tanto en qué puede pasar, sino más bien lo que vamos a hacer que pase. Tenemos que buscar los tres puntos sí o sí, no tenemos nada que perder. Trabajamos todos los días, pero solo nos faltaba un paso que eran los goles, porque de resto hacemos todo excelente”, reflexionó el volante. También tiene un rol preponderante la parte psicológica. “Mentalmente nos ayudamos entre todos, porque tenemos que remar para el mismo lado y tenemos que impulsarnos entre todos. Si un compañero está medio ahí, lo jalamos, le decimos: ‘Vamos a darle, porque todos estamos en el mismo barco’. Insisto, no tenemos nada que perder, por eso tenemos que ganar sí o sí”, aseveró.
No es un secreto que como equipo recién ascendido y por su presente, la salvación sea el tema que ronde por la cabeza de todos. Al ver el abismo del descenso tan cerca, a más de uno le puede entrar el vértigo. Sin embargo, en la interna de Yaracuyanos la conversación cotidiana va hacia otro lado. “No pensamos tanto en el descenso, nos concentramos más en meternos entre los ocho, porque aún nos quedan partidos y con lo que venimos haciendo, sabemos que sí podemos lograr clasificar a los cuadrangulares”, analizó.
Lo que se ve reflejado en el campo está acorde a los perfiles de la plantilla. “Me he potenciado, porque tengo bastantes compañeros que me respaldan a la hora de los recorridos, me dan ese espaldarazo. Ellos están corriendo y yo los ayudo con ese pase filtrado o una diagonal. Hacen esa labor de meter y correr. Al verlos me motivó a también meter, porque ellos dan todo y somos un equipo. Así que debo esforzarme el doble”, puntualizó. El zuliano ahondó: “Soy el tipo de jugador que me la dan y tiro ese pase entre líneas, que da una buena habilitación o una asistencia. Así que ellos tratan de que esté lo más tranquilo posible y menos cansado, para tomar la mejor decisión posible”.
Arnaldo Aranda ha conseguido un equilibrio. “Tenemos jugadores de buen pie. El profesor (Aranda) buscó la manera de combinar los futbolistas de ese buen pie, pero no de tanto recorrido. Pero si hay jugadores que son de brega, de chocar y meter. A raíz de ahí nos organizamos cada quien. Uno va al choque y a meter, porque es lo que hace mejor, y otro que tiene pase se encarga de eso. Mientras el primero corre un poco más por el segundo. Todos saben lo que pueden dar y qué tienen que hacer”, redondeó.
Una revancha en San Felipe

Foto: Prensa Yaracuyanos FC
Luego de su salida de Inter de Barinas, muchos clubes le cerraron la puerta. “Fueron muchos años que pocas personas confiaban en mí, pensaron que esta versión de Leo Mosquera no iba a volver a ganar su ritmo y retornar a su juego. Fue una de las cosas me propuse, porque sé lo que puedo dar y que tengo la capacidad de ayudar a cualquier club. Me puse a trabajar en mí. Pocos me ayudaron. Mi familia estuvo ahí en el día a día, me decían que sí podía volver. Así que entrené el triple, porque hubo años donde no tuve la confianza suficiente. A raíz de eso, se me dio esta oportunidad aquí y la aprovecho lo más que puedo. Se me están dando las cosas”, reveló.
Pero fueron semanas de peregrinar por el desierto. “Estos seis meses fueron duros, porque jugué poco y se me cerraron muchas puertas. Los clubes estaban entre sí y no. Era muy complicado. Mi agencia me dijo que tenía que esperar hasta mitad de año y ahí surgió el chance con Yaracuyanos. Los directivos me preguntaron si estaba entrenando y les dije sí, que por mi propia cuenta. Me puse a tope, para no llegar en mal estado. También jugaba torneos en Barinas, para mantenerme. Sabía que debía trabajar el triple. Conocí a algunos compañeros y me dijeron cómo eran las cosas en el club. Vine enfocado a trabajar y me quedaba después de los entrenamientos, porque me llevaban un paso adelante. Me puse con el gimnasio, trabajo fuera de la cancha y cuidé el tema de la alimentación”, relató.
Hoy le salió el sol en San Felipe, pero hubo tramos amargos. “Eran momentos terribles y de depresión, porque eran seis meses sin jugar, que es lo que más anhelo. Fue rudo. La gente en los torneos me decía: ‘Por qué no estás en un equipo. Eres un buen jugador, deberías estar en un club’. Muy pocos saben eso y solo les decía que el tiempo de Dios es perfecto. Estuvo enfocado para no desaprovechar cuando se me diera la oportunidad”, afirmó. Pero Mosquera aclaró que no llegó con un contrato de buenas a primeras. “Vine a San Felipe tipo una prueba y me gané mi puesto durante un mes. El club me ha dado todo su respaldo. Ellos dan de su parte y yo de la mía”, señaló.
Esa calma en la oficina, le permite a Mosquera expresar su mejor versión en el campo. “El club nos ha respaldado muchísimo. Ha hablado bastante con nosotros y se han comportado de la mejor manera. Ellos saben lo que hacemos en el día a día. Ven los entrenamientos y los videos, muchas cosas que hacemos para que estén contentos. Nos lo decimos a nosotros, hacemos todas las cosas bien. Solo nos ha faltado ese paso, ese toque final. Se nos dio la victoria y estamos muy contentos. Pensamos en el juego contra Caracas, el próximo lunes, y en sacar los tres puntos”, añadió.
De Amazonas al Naranja

Foto: Prensa Yaracuyanos FC
Sus inicios fueron en el fútbol sala. Hijo de un salista profesional, Leonardo Mosquera, tuvo la inspiración en casa. “Mi papá tuvo esa experiencia y no pudo triunfar en el fútbol campo profesional. Era más complicado en ese tiempo. Nos dijo que no quería que nos pasara lo mismo y que deseaba vernos triunfar. Nos dio todo su apoyo para saliéramos adelante y triunfáramos (…) En la mañana entrenábamos fútbol sala y en la tarde íbamos a fútbol campo. Sus amigos del fútbol sabían del potencial que teníamos y también estuvieron dispuestos a ayudarnos”, recordó.
En el cemento aprendió conceptos que aplica en su juego. “El futsal me dejó mucho en los movimientos. En los giros rápidos, porque la cancha es más corta. También en los amagues y los pases. Los tiempos son mínimos así que me sirvió bastante en la visión de juego y los movimientos en el espacio. Con mi papá practicábamos y replicamos acciones, para no quedarnos solamente con la hora del entrenamiento. Nos poníamos en una canchita por mi casa a practicar. Fuimos mejorando mi estilo de juego y virtudes”, dijo.
Como gran virtud se define como un “jugador inteligente”, por la capacidad de toma de decisiones al presionar, dar un pase, brindar una asistencia y de posicionarse para recibir lo más solo posible. Con el tiempo ha mejorado el físico y el tema de la comida para ser un poco más rápido y tener ese segundo más de velocidad al momento de atacar la pelota. Por muchas de esas virtudes, se convirtió en unos de los talentos que captó Luis Ángel Sánchez.
“En un torneo de futsal en Amazonas, con la selección de Zulia llegamos a la final contra Distrito Capital. El entrenador de ellos era Luis Sánchez. Perdimos ese juego, pero en ese campeonato me fue bastante bien y quedé goleador. Sánchez se me acercó, me pidió mis datos y hablamos un poco. Al mes vino a Maracaibo a buscarme a mí y a otros compañeros para ver si estábamos dispuestos a dar el salto al Deportivo la Guaira, donde iba a ser coordinador. Que me veía un potencial que en La Guaira podía terminar de desarrollar”, expuso. Lo conversó con su familia y contó con todo el apoyo, con 15 años. En su momento lo dirigió Daniel Sasso.
Con el tiempo recomendó a su hermano, Leonardo Mosquera. Habló de su potencial y lo llevaron para a ganarse un puesto, lo hizo y jugó una final sub-18. Compartieron en una pretemporada y jugaron juntos en Copa Venezuela. En ese punto su mamá también se trasladó a la capital y le dieron el cargo de administradora de la comida en la casa club del cuadro naranja. Así fue su crecimiento en la institución naranja.
Buenos recuerdos en Barinas
En la Ciudad Marquesa disputó más de 20 partidos, marcó cuatro goles y dio una asistencia. “En Zamora tuve bastante aprendizaje. Había jugadores mucho más grandes, tipos de experiencia y yo era muy chamo en comparación con ellos. Me daban consejos y me dieron mucha confianza. El primer año fue un poco rudo, pero en el segundo estuve en selección y eso me colaboró bastante. Estaban muy pendientes de mí”, indicó.
El mediocampista agregó: “Teníamos un preparador físico que era argentino. Estaba muy pendiente porque sabía que, por mi metabolismo, mi cuerpo podía engordar muy rápido si estaba mucho tiempo parado. Me ayudaron muchísimo. Estaban todo el día conmigo, que hiciera este ejercicio y lo otro. A veces me fastidiaba, porque no estaba acostumbrado a ese tipo de trabajos. No me gustaba mucho. Luego vi el lado positivo, que me ayudaba mucho a la hora de correr, de presionar, ver acciones de juego, patear al arco y hacer goles”.
En San Felipe vive tranquilo con su pareja y a veces lo visita su mamá. Lleva el día a día con calma y entrenando. Siente que en cualquier momento va a inflar las redes. “Ya di una asistencia, ahora me toca hacer gol. Ese es mi norte”, comentó. Enfocado en su fútbol, recuperó la felicidad. “Yaracuyanos es un trampolín para mí. Le demuestro a todas esas personas que me dieron la espalda, que se quejaban mucho, que aún puedo dar lo mejor de mí y ayudar a cualquier club. Sé el tipo de jugador que soy y lo que puedo dar. Confío más en mí”, señaló.
Su norte está trazado. “Mi primer objetivo es jugar la mayor cantidad de partidos posibles, porque ahora todo se maneja con la cifra de minutos que jugaste, para tener la oportunidad de ir a otro club. Sin eso es complicado, porque lo viví. También deseo estar constantemente en el XI Ideal de la Liga FUTVE, porque es un privilegio. Luego fichar por un club en el extranjero”, concluyó. Luego de muchos “No”, en Yaracuyanos le dieron el “Sí” que necesitaba para reconciliarse con el fútbol y volver a destacar en el campo con su técnica. / Luis Vilchez-Comunicaciones Liga FUTVE