
Cristian Cañozales, la sonrisa del Carabobo por la banda derecha
“No hay que llorar/ Que la vida es un carnaval / Y es más bello vivir cantando /Oh-oh-oh, ay, no hay que llorar / Que la vida es un carnaval / Y las penas se van cantando”, esta celebre canción de Celia Cruz fácilmente puede ser la banda sonora de la vida de Cristian Cañozales. El extremo cayó de pie en Valencia para jugar en la Liga FUTVE Banco de Venezuela y es una de las referencias ofensivas del cuadro granate. Dribles, goles y asistencias, todo con una sonrisa tatuada en el rostro. Bailes, chistes y buena vibra son sus regates fuera de la cancha. Alegría pudiese ser su segundo nombre.
“El balance en estos meses en Carabobo ha sido muy positivo el balance. Estoy siendo feliz y es un factor muy importante. Disfruto de mi juego y lo desarrollo de la mejor manera. Me he adaptado muy bien a la Liga FUTVE, porque llegué a un club que desde el principio me llenó de confianza y apostó a mis virtudes”, comentó el extremo. Sobre su último partido con los industriales soltó: “El doblete contra Metropolitanos representa mucha emoción y seguridad de cara a lo que vamos a enfrentar en esta fase final, que son emociones súper importantes para mí”.
En un bloque compacto, donde reina el orden táctico, Cañozales es uno de los encargados catalizar el fútbol y generar caos en los sistemas defensivos rivales. “El profesor (Diego Merino) siempre me pide que en ataque lo intente una y mil veces, que sea siempre yo. Que desarrolle mis virtudes. En lo defensivo debo estar concentrado para ayudar al lateral y colaborar en la marca”, puntualizó. En Valencia ha jugado de punta de lanza o pegado a la línea de cal. “Como extremo desarrollo mejor mi juego, driblo más, creo más ocasiones y gano más duelos 1vs1. Mientras que de nueve tengo que pivotear y jugar más a un toque”, anexó.
Carabobo culminó la fase regular del Torneo Apertura de la Liga FUTVE Banco de Venezuela como el equipo que menos goles encajó de la fase regular con solo siete. Todo parte de una filosofía de juego de un 4-3-3, que se transforma en un 4-1-4-1, que cierra muchas líneas de pases y se planta en bloque medio. “Lo primordial para el profesor (Merino) es el orden táctico. Nos basamos siempre en estar bien parados, para salir al contragolpe. Es un estilo que me sirve mucho porque soy rápido y muy vertical, que en los 1vs1 voy a ganar muchos duelos”, analizó Cañozales.
Un periplo “padrísimo”

Foto: Miguel Vallenilla (Prensa Liga FUTVE)
Fueron muchas escalas entre la salida del extremo cafetero de su tierra hasta llegar a la región industrial de Venezuela. “Mi recorrido ha sido lindo y maravilloso, porque desde muy joven empecé a jugar varios países y diferentes ligas. En mi infancia jugué en una escuela del barrio llamada Club Gavas y luego en Cantera Blanquizal. Posteriormente fui a una escuela muy reconocida en Antioquia, que se llama Estudiantil. Tuve muchos familiares que jugaron fútbol, pero se les presentó la oportunidad de debutar. Así que fui el que sacó la cara [risas]. Mientras que mi ídolo de la infancia y de toda la vida siempre va a ser Robinho, el brasileño”, repasó de sus inicios el atacante.
El salto a profesional lo dio con Tigres. “Llegué en 2019 fue un paso muy corto, porque luego me llevaron rápido a Europa. Pero fue una etapa muy buena, en ese entonces el club esta bien organizado y disfrute ese tiempito corto ahí (…) La salida a Portugal se da porque me fue muy bien en el torneo sub-20 de Colombia. Un agente nos trajo la propuesta y decidimos ir. Me sirvió mucho para mi carrera, porque aprendí muchas cosas y tuve muy buenos profesores. Sobre todo, me enseñaron el orden táctico, a pararme muy bien en la cancha y he aplicado eso en mi trayectoria. Aparte viví en Lisboa, que es una ciudad increíble”, relató.
Pero su lugar en el mundo es la tierra de Montezuma y de los tacos al pastor. “México es mi segunda casa. Amo ese país y su fútbol. Siento que ahí desarrollé mi mejor juego. Los técnicos me marcaron con sus enseñanzas, calaron en Cristian Cañozales, en lo deportivo. Aparte fui súper bendecido, porque cada entrenador fue mi papá. Era el más consentido, como diríamos en Colombia, así que siempre me dieron su confianza. Fue increíble”, reveló. En suelo azteca defendió las casacas de Alebrijes Oaxaca y Dorados de Sinaloa.
Aunque no siempre tuvo el viento a su favor en su recorrido. “Para nadie es un secreto en Always Ready, de Bolivia, no me fue nada bien. Me dejó la enseñanza de que ni eres el mejor cuando te va bien, ni eres el peor cuando te va mal. Me ayudó a tener los pies sobre la tierra. Aprendí a revertir las historias cuando te va mal, no hay tiempo para lamentarte. De una vez debes levantar la cabeza e ir hacia adelante”, declaró.
El regate: el idioma de Cañozales

Foto: Miguel Vallenilla (Prensa Liga FUTVE)
Su posición habitual es la de extremo, también rinde como delantero en una doble punta, pero lo que no varía es su constante capacidad de generar peligro con sus regates. “Desde pequeño he tenido esa habilidad, porque crecí jugando mucho micro-fútbol. En mi barrio y todas partes, jugaba mucho futsal. En esas canchas se dribla mucho y aprende mucho de esas jugaditas. Eso me ayudo a desarrollar ese talento cuando me metí de lleno en el fútbol campo. Aparte siempre gustaba ver muchos videos de Robinho que era otro nivel. Me inspiraba demasiado”, explicó.
¿El secreto de su efectividad? “La clave es la confianza. Si vas al duelo, fallas una vez y lo dejas de intentar, va a ser muy difícil que te vuelvas un jugador determinante a la hora del 1vs1. La seguridad es crucial para que todos los regates te salgan constantemente”, expuso. Entre sus reportorios hay bicicletas, tacos, pisadas, túneles y “no look pass”. Es el típico jugador que levanta a los aficionados de sus asientos.
“Siempre he sido una persona con mucha energía, muy alegre y bastante vibra, desde niño. Trato de trasladar eso al campo. Es nuestra profesión, pero al final debes disfrutarla. Si no lo haces se complica. En los partidos siempre hay roces y calentura, pero trato siempre de ser feliz y de divertirme”, indicó. Cañozales agregó: “Si no soy feliz y no me divierto, me va mal en los partidos. Por eso siempre en los partidos trato de que no me saquen de concentración, de ser alegre y hacer lo que más me gusta. Me da estabilidad en medio del partido. Siempre he sobresalido por eso”.
Parte de su buena integración en el granate y a la Liga FUTVE Banco de Venezuela, es el núcleo neogranadino en el camerino: Jimmy Congo, Joshuan Berríos y Flabian Londoño. “Ellos son mis hermanos y tenemos una amistad hermosa. Nos apoyamos y nos queremos demasiado. Fuera del campo no nos vemos todo el tiempo, pero sí salimos y compartimos”, detalló. Todo ha redundado en un gran rendimiento. “He podido ayudar al equipo con seis goles generados. Mis metas para este año es terminar de la mejor manera en lo personal y aspirar a ser campeón con Carabobo, para más adelante dar un salto en mi carrera”, concluyó.
Dentro y fuera del campo. En la banda derecha o dentro del área. A la hora de regatear o de armar un remate. Siempre habrá una sonrisa en el rostro de Cristian Cañozales. En las gradas del Misael Delgado aplaude sus dribles, asistencias y goles. Su fútbol es alegría que se contagia. “Arranco pierna de derecha /Palma”; la felicidad de los granates se mueve al ritmo de los bailes de Cañozales. / Luis Vilchez / Fotografía Principal: Miguel Vallenilla (Prensa Liga FUTVE)