Enderson Abreu, de alentar en las gradas a impulsar el ascenso de Trujillanos
Trujillanos cumplió con su responsabilidad histórica de volver a la primera categoría del balompié criollo, tras su descenso en 2021. Con un global de 4-2 doblegó a Titanes y selló el título de la Liga FUTVE 2 en un José Alberto Pérez repleto, con hinchas inclusos en las zonas aledañas. Uno de los pilares del cuadro aurimarrón fue Enderson Abreu, con la “10” en la espalda fue el encargado de llevar los hilos del mediocampo. La historia de este volante con la institución de Valera nació en sus gradas, como un hincha, y se consagró en el campo como jugador al dar la vuelta olímpica. Este título del cuadro andino está bañado en sentido de pertenencia.
“Lo he dicho en entrevistas anteriores, desde que empezó este año se armó un grupo muy bueno. Un colectivo muy competitivo que entendió la idea del profesor (Oswaldo Chaurant), que nos ha dado mucha confianza. Si se dieron cuenta hubo muchos partidos en los que teníamos una baja y el que entraba del banco lo hacía igual o mejor”, comentó Abreu. El volante indicó: “Insisto que el entrenador me brindó mucha confianza y sabe el tipo de jugador que soy. Él me dijo que me enfocara y disfrutara el juego, porque sabía que le iba a dar mucho fútbol al equipo. Me dijo que era un jugador diferente. Se lo agradezco y siempre estuve para ayudar y aportar al equipo”.
En referencia a las palabras de Chaurant previo al compromiso de vuelta ante Titanes reveló: “El profesor fue futbolista y jugó finales. Nos dijo que era un partido de hombres y de carácter. Que las finales se juegan, pero se tienen que ganar. De todas esas cosas uno va aprendiendo, porque es un tipo que lo vivió y sabe de eso”. El tanto que hizo erupcionar el José Alberto Pérez fue de David Livingston, pero la acción nació en los pies de Abreu. “Siempre estoy como el tigre que acecha a la presa. Entendía que al final iban a quedar mal parados y pude cazar ese balón, sabía que el negro Livingstone las corre todas, así que le di el pase a (Ronaldo) Ríos y luego lo buscó al espacio”, rememoró.
La responsabilidad era mayúscula con un marco inmejorable que engalanó al balompié criollo. “Mucha gente estaba ilusionada. Contra este rival nos habíamos enfrentado en muchas ocasiones, pero este partido iba a ser muy distinto como se pudo ver. Gracias a Dios le pudimos dar esa alegría a la gente, que creyó en nosotros desde el arranque del torneo. Pero principalmente esa felicidad para nosotros y nuestra familia que siempre han estado a nuestro lado”, analizó.
Hincha-jugador
“Había vivido partidos así, pero como un fanático. Esta vez lo hice vistiendo la camiseta y consciente de lo que estábamos peleando, porque ya habíamos quedado en el camino en el pasado. Personalmente tenía ese peso encima. En realidad jugué la final disfrutándola, pero con responsabilidad. Entendía que había que ganar sí o sí”, aseveró. Abreu añadió: “Lo habló ahora y todavía se me eriza la piel como si estuviese en el partido. Esto es soñar despierto. El domingo cumplí un sueño, porque cuando estaba en la tribuna decía: ‘Algún día vestiré esa camisa’. Trabajé para eso, Dios me bendijo y soy un privilegiado por defender estos colores”.
Su camino inició en fútbol estadal hasta que con 18 años llamó la atención de la cantera de Trujillanos. Llegó a la final de la Copa Oro y fichó por la Escuela Secasports. Ahí jugó seis meses y fue enviado a Zamora. Siempre como enganche o extremo, aunque ahora en Trujillanos es sumamente polivalente. “Se me dio todo muy rápido, creo que eso me perjudicó, porque siendo tan chamo pensé que lo había logrado todo. Pero me ayudó a aprender y madurar”, reflexionó.
El volante profundizó: “Al final del partido estuve compartiendo con Maurice Cova y Mayker González, escucharlos me ayuda a crecer. He cometido muchos errores en el fútbol, lo acepto y no me da pena decirlo. Es de hombre aceptar cuando uno hace fallos. He madurado y aprendo cada día más. Hoy soy un chamo muy centrado. Entendí que tener una temporada en este deporte es un privilegio, como decía Cova, que tiene varios años jugando. No todos tienen carreras así. Por eso me enfoco en el fútbol, que para otras cosas habrá tiempo”.
Los galones que ha asumido en el cuadro aurimarrón se reflejan en su dorsal. “Desde que me dieron el ‘10’, sabía que era un número importante y que me brindaban esa confianza. Soy un futbolista que juega sin andar pensando en el dorsal que llevo. Voy a dar lo mejor de mí, indiferentemente del número. Pero sí me han dicho que desde que empezamos segunda he sido un ‘10’ a la altura, me lo han comentado los muchachos y la gente”, soltó.
El dinero no compra la felicidad

Foto: Prensa Trujillanos FC
“Tengo que revelar que no sabía si este año iba a estar aquí, tuve posibilidades de ir a otra liga. Estaba todo a punto de ir a otra nación, por diferentes razones, pero Dios es muy grande. Antes de tomar una decisión me pongo a orar, hablo con él y me indicó que debía estar otro año más acá, con mi familia. En realidad, pude estar en otro lado ganando plata, pero no sintiéndome pleno. Hoy me siento el hombre más feliz”, confesó. El mediocampista complementó: “El profesor (Chaurant) nos dijo que hicimos historia, que somos campeones. En el futuro se acordarán de nosotros como los chamos que subieron a Trujillanos y eso es una alegría muy grande para nosotros, sobre todo a los que somos del estado”.
Aunque este título tuvo un sabor a reivindicación. “Había unos jugadores en la plantilla que habían estado en el descenso y fue un momento difícil. La gente iba y les decía: ‘Tú descendiste a Trujillanos’. Uno sabía lo que pasaban esos muchachos. Entonces el domingo también jugamos por ellos. Este fue un grupo de chamos, porque me considero un joven que aún le queda tiempo en el fútbol, que ayudamos al equipo a ponerlo en el lugar donde merece estar. Es una bendición y una alegría. Insisto que es soñar despierto lo que vivimos”.
Ahora ese objetivo que trazó de niño en las tribunas, toma otra dimensión. “Mi gran sueño es vestir esta camiseta, pero en primera división. Ahora se va a cumplir y será otra cosa. Como antes, que venían Táchira y Caracas con el estadio full, ahora me tocará vivirlo. Lo primero es mantenernos en la categoría. Pero hay que traer gente con la mentalidad de meternos en el octogonal. Estar en cuadrangulares, recién ascendidos, sería muy bueno”, argumentó.
La alegría en Valera es cortisol para sus rivales, porque regresa una de las plazas más complejas para los visitantes en Venezuela. “Este es un equipo guerrero. Se hizo la parte más difícil que era devolverlo a la Liga FUTVE. Nos prepararemos porque sabemos que será diferente, ya es primera división. En Valera nos haremos fuertes, sabemos que ahí es distinto y el clima es complicado. Como hicimos todo este torneo, trataremos de sacar la mayor cantidad de puntos en casa para entrar al octogonal. Ese es nuestro pensamiento”, señaló.
Su vínculo con Trujillanos inició de la forma más orgánica, como un hincha más que dejaba la voz en las tribunas. Desde el cemento se visualizó en el césped. El sentido de pertenencia fue la gasolina que siempre le dio energía. Jugaba por él, por su familia, por la hinchada y por aquel niño que creció alentando en las gradas. Por todos a la vez. Combinó su talento con madurez, para dominar los hilos en el equipo de Oswaldo Chaurant. El nombre de Enderson Abreu entró en la historia del aurrimarón, como parte de ese lote de chamos que terminaron los días de peregrinar en el desierto de Trujillanos y devolverlo, por la puerta grande, a su sitio en el balompié criollo. / Luis Vilchez-Comunicaciones Liga FUTVE